lunes

Secuestrados II






Isabela no sabía cuánto tiempo llevaban encerrados en ese cuarto oscuro su padre y ella. Sin embargo, ya que cada vez era más evidente de que en su padre avanzaba el proceso de zombificación, Isabela pensó que al menos dos días. Casi tres.
Aunque no podía ver a su padre, Isabela oía cómo éste se movía convulsivamente y que su habla se hacía más lenta. Ahora casi siempre le susurraba. Para intentar protegerla, su padre le dijo que debía conservarse lejos de él. Así que Isabela se quedó sentada en la silla bajo la rendija, tratando de no llorar.
Así estaba cuando creyó sentir movimiento fuera del cuarto y se volvió a trepar a la silla, pegando de nuevo su oreja a la rendija. Isabela escuchó las voces de los mismos hombres de la vez anterior. Seguían hablando en inglés.
—Está por llegar nuestro contacto, dice que trae información importante.
—¿Esteban Rico? Él es más bien un desinformador. Su misión era hacer creer a todos que el brote del virus fue en México. ¿Qué nos podría decir?
—No sé. Pero tienes que recordar que está muy bien relacionado.
Isabela dejó de oír voces. ¿Habían salido los hombres? Cuando estaba a punto de bajar de la silla, creyó percibir movimiento en el exterior. Así que pegó de nuevo su oreja en la rendija.
—… Va a hacer su demostración esta noche.
—¿Estás seguro?
—Seguro. Sólo dos personas lo saben. Por supuesto, estarán presentes.
—¿Pero qué sentido tiene?
—Demostrar su poder, desde ahora. Tiene prisa. Siempre ha sido impulsivo. Así que ahora quiere dejar claro su mensaje: yo controlo a los zombis. Piensa llevar cerca de doscientos esta noche hasta la mansión. Atacar mientras todos estén dentro.
—Pero, ¿cómo le hace?
—¿Acaso es importante? ¡Piensa!, lo importante es que podemos aprovechar la oportunidad. Quizá decepcionemos a Playwithme, pero el general quedará encantado.
—¿A qué te refieres?
—¡Piensa como un agente de inteligencia, por Dios! El jodido virus zombi fue una mutación, un accidente. El Pentágono buscaba una droga para obtener información. ¡Y ahora Esteban nos dice que hay quien puede controlar a los zombis! Imagínate eso: ¡Un ejército de zombis!
—¡Un ejército de zombis! Así podríamos…
—Las posibilidades son infinitas. Podemos usar a los presos para formar un ejército de zombis y mandarlos a Afganistán o a Irán.
—Pero, ¿qué podemos hacer nosotros? Esos sujetos que dice Esteban que pueden controlar a los zombis no estarán dispuestos a revelarnos su secreto.
—En eso tiene razón. No hay manera de que eso pueda suceder. Ellos quieren apoderarse de México y…
—¡Pero ellos necesitan no sólo controlar a los zombis, sino también tener la capacidad de revertir el proceso de zombificación! Y nosotros tenemos a Chilinsky. Podemos ofrecer la cura del virus zombi a cambio de que nos digan cómo se controla a los zombis. Ya que tengamos eso, los eliminamos. Punto.
—Pero no tenemos la cura. El jodido polaco es casi un zombi.
—Pero eso no lo saben ellos. Sólo saben que alguien tiene al profesor Chilinsky y creen que éste tiene la cura. Vayamos esta noche a la mansión y les decimos que tenemos la cura. Ernesto Rico ya habló con unos narcos que nos pueden servir para ejercer presión. Son quince sicarios que podemos llevar con nosotros.
—Pero no podemos ir esta noche, aunque sea con escolta, y presentarles al profesor Chilinsky en ese estado. Sabrían que todo es un bluf.
—Pero tenemos a Isabela, ¿recuerdas?
Isabela estuvo a punto de caer de su silla al oír eso. Despegó la oreja de la rendija y ya no pudo escuchar nada más.
La pesadilla seguía y ella iba a ser su principal protagonista.




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